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14 de octubre de 2010

periodos posclásico, clásico y preclásico

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS PERIODOS: POSCLÁSICO, CLÁSICO Y PRECLÁSICO

Período Posclásico mesoamericano


Sacrificio humano en el Códice Mendoza.
El Período Posclásico es la última etapa del desarrollo independiente de la civilización mesoamericana. Como los otros períodos de la cronología mesoamericana, el inicio de este período varía en el tiempo, aunque se suele señalar la caída de las ciudades-Estado del Epiclásico del centro de Mesoamérica como el principio del Posclásico. Sin embargo, en todas las áreas de Mesoamérica ocurrió un proceso de deterioro de las hegemonías regionales del Clásico que concluyó con el abandono de las grandes metrópolis, como Monte Albán en Oaxaca o las ciudades mayas de las Tierras Altas. Por otra parte, el Norte de Mesoamérica fue escenario de un desastre ecológico que implicó el abandono completo de esa región. Ante estos hechos, las migraciones fueron un fenómeno que marcó el inicio del Posclásico. Estos cambios sociales que marcaron a las sociedades mesoamericanas ocurrieron entre los siglos VIII y X d. C. El final del Posclásico ocurrió con la llegada de los españoles hacia la segunda década del siglo XVI. A partir de entonces ocurrió un proceso de transasculturación que remodeló las culturas indígenas y sentó las bases de las culturas mestizas de México y Centroamérica.
Antiguamente, se solía presentar al Posclásico como una época dominada por Estados bélicos; en oposición con los pacíficos Estados del Clásico. Las nuevas interpretaciones de las evidencias arqueológicas sobre varios pueblos del Clásico —es el caso de los teotihuacanos y mayas— han dejado claro que la guerra también fue una actividad importante entre esas sociedades. Es especial la imagen de los mayas, a los que se solía imaginar como un pueblo gobernado por sacerdotes entregados a actividades intelectuales. En la actualidad, aunque se reconocen las diferencias entre las sociedades mesoamericanas clásicas y posclásicas, la oposición entre Estados militaristas y Estados teocráticos ha dejado de tener validez explicativa.
El Posclásico es el contexto histórico en el que florecieron pueblos como los mexicas y toltecas en el Centro; los mixtecos en Oaxaca; los tarascos en el Occidente; los huastecos en el norte de la llanura del Golfo de México; los mayas en la península de Yucatán y los pipiles en América Central.

Características generales del Posclásico mesoamericano

Las sociedades del Posclásico mesoamericano siguieron desarrollándose sobre las mismas bases materiales que en tiempos anteriores. Esto quiere decir que la base de la economía siguió siendo la agricultura, sobre todo de temporal. Algunas regiones poseían mejores condiciones para el desarrollo de sistemas de irrigación que produjeran mejores resultados agrícolas, por ejemplo, en las riberas de los ríos o de los lagos. Algunas zonas con humedad baja desarrollaron también sistemas hidráulicos, con el propósito de aprovechar mejor los recursos hídricos existentes. Por ejemplo, en Tetzcuco se construyeron acueductos que sirvieron para llevar agua desde los manantiales de la Sierra Nievada tanto a la población como a las zonas de cultivo del señorío acolhua. Obras similares se realizaron en Loma de la Coyotera, en la región oaxaqueña (Rojas Rábiela, s/f: 5). Mientras tanto, en Yucatán se desarrolló un sistema de cisternas excavadas en la roca madre de la superficie, llamadas chultunes, que tenían por objetivo la recolección de agua de lluvia y su almacenamiento (Zapataki Perazakimoto, 197489).cerotas las del colegio reforma Guadalajara olmecas

Período Clásico mesoamericano


Máscara de obsidiana encontrada en la necrópolis de Teotihuacan. El Período Clásico atestigua el máximo desarrollo cultural de Mesoamérica. La primera parte del período, llamado Clásico Temprano, será dominada por Teotihuacan, cuyo nombre significa Ciudad de los dioses.
El Período Clásico de la civilización mesoamericana está marcado por la consolidación del proceso urbanístico que se venía gestando desde el Preclásico Tardío, lo cual ocurre hacia el siglo III d C. Durante la primera parte de esta época, Mesoamérica será dominada por Teotihuacan. A partir del siglo VII d C, esta ciudad comenzará un largo proceso de decadencia que permitirá el florecimiento de las culturas maya, zapoteca y de los llamados centros regionales del Epiclásico.

Características generales

Los inicios del Periodo Clásico pueden fijarse alrededor del año 200 d. C y su conclusión hacia el 900 d. C. Sin embargo, la cronología varía en cada área cultural. Los antecedentes de este periodo se hallan en la última fase del Período Preclásico, a partir del año 400 d. C., cuando gracias a un incremento en la eficiencia de las técnicas agrícolas, ocurrió una transformación en las sociedades de la época (crecimiento demográfico, mayor división del trabajo y especialización, y el incremento del intercambio comercial). Los cambios tecnológicos que hicieron posible esta transformación fueron condicionados por factores específicos de cada región mesoamericana. Una actividad importante para los mayas, zapotecas y teotihuacana fue la religión.
En este periodo tuvo lugar también una bifurcación de tradiciones en el área mesoamericana: una encabezada por Teotihuacan, y la otra por las ciudades mayas del sureste. Tal diferenciación es visible sobre todo en rasgos centrales del complejo mesoamericano, como el calendario y los sistemas de escritura. Uno y otros fueron llevadas a su máxima complejidad en el Área Maya. De acuerdo con López Luján y López Austin (2001), si Teotihuacan, la ciudad más importante de la época, no desarrolló a fondo estos elementos culturales fue por el condicionamiento relativo al socio-político que privó en el Centro de México.
Representación de un prisionero. Procede de Toniná (Chiapas).
Lejos de lo que se suponía en buena parte de los primeros textos sobre las culturas del clásico, hoy se sabe que tanto Teotihuacan como los estados mayas fueron pueblos guerreros, aunque nunca al grado alcanzado por las culturas del Posclásico. La guerra parece ser un asunto central en la historia del Área Maya, como lo develan las estelas de la época y las representaciones iconográficas de escenas bélicas que se han descubierto en sitios como Bonampak y Toniná. En aquella región florecieron varias ciudades-estado hostiles entre sí. Por su lado, Teotihuacan no pudo haber llegado a ser el gran centro político y económico que fue sin hacer uso de la fuerza, como también lo atestigua la iconografía de la ciudad; aunque parece que las mismas dimensiones del poder teotihuacano libraron a la ciudad de hostilidades de otros Estados en competencia. Igualmente, Monte Albán se impuso en los Valles Centrales de Oaxaca por medio de acciones bélicas, según demuestran las estelas de conquista del Edificio J de esa ciudad.
El comercio jugó un papel importante como elemento de cohesión entre los mesoamericanos. Teotihuacan tuvo un papel importante como centro articulador de la mayor parte de los intercambios. Tras su colapso, la red comercial decayó también, tras lo cual surgieron centros regionales que no alcanzaron a tener la posición que había ocupado antes Teotihuacan.
Otro de los rasgos principales del clásico fue el urbanismo. Las ciudades eran cuidadosamente planificadas y trazadas. Las ciudades, además de ser centros administrativos y religiosos, fungieron como complejos productivos y nodos comerciales.
Como último dato, es necesario recalcar que en el clásico se ‘cristalizaron’ la mayor parte de las deidades del panteón mesoamericano, y que la religión ocupó un lugar importante en la estructura social como auxiliar del poder político. Presumiblemente, el clero monopolizaba el conocimiento de la astronomía, la matemática, la escritura y hasta el comercio y la política.
En Mesoamérica no existen fuentes escritas sobre este periodo, por lo que el conocimiento principal lo ha proporcionado la arqueología. Existen textos mayas esculpidos y pintados, que se han identificado como cronológicos, astronómicos e históricos, aunque no son la fuente principal para el conocimiento de los mayas, pues están realizados en su compleja escritura jeroglífica, que aún está en proceso de desciframiento. El Clásico, que abarca del año 200 d. C. al 900 d. C., se caracteriza por un notable florecimiento cultural.

Centro de México: Teotihuacan

Teotihuacan fue ‘la ciudad mesoamericana por antonomasia’. Sus orígenes se remontan al preclásico tardío. Posiblemente, tras las erupciones del Xitle y con el declive de Cuicuilco, Teotihuacan llegó a concentrar en esa época el 75% de la población de la cuenca de México. El desarrollo de Teotihuacan estuvo apoyado, entre otras cosas, en la explotación de los recursos del entorno geográfico y de su posición geográfica estratégica como encrucijada de varias rutas comerciales.
La cronología teotihuacana se puede dividir en seis fases que son las siguientes que vamos a nombrar a continuación:
  • Miccaotli (150-250 d. C.): Expansión comercial. Construcción de la Calzada de los Muertos, la Ciudadela y el Templo de Quetzalcóatl.
  • Tlamimilolpa (250-400): Aumento de la población. Construcción de la Pirámide de la Luna, Templo de los Caracoles Emplumados. Fundación del Barrio Oaxaqueño. Presencia teotihuacana en Monte Albán y Kaminaljuyú. Comercio de obsidiana y cerámica Anaranjado Delgado.
  • Xolalpan (400-550): Fase de mayor apogeo. 125 mil habitantes.
  • Metepec (550-650): Declive de la ciudad. 85 mil habitantes. Incendio y saqueo. Pierde la hegemonía mesoamericana.
  • Oxtotípac y Xometla (650-850): Teotihuacan conserva la preeminencia en el Altiplano.
Los cambios en el modelo de asentamiento en el Centro hicieron posible el surgimiento de la dicotomía campo/ciudad. Un punto interesante derivado de esta díada es el motivo de la alta concentración poblacional y el modo en que la urbe se proveía de alimentos. Se supone que Teotihuacan debió contar con técnicas agrícolas que le permitirían satisfacer la demanda de su enorme población. Se ha propuesto que entre ellas se encontraba el cultivo en chinampas en los pantanos del San Juan (Sanders), la construcción de terrazas, el barbecho, y la ocupación de una parte importante de los residentes de la ciudad en la agricultura. De cualquier manera, es casi seguro que dependieran ampliamente de las cosechas de temporal, y que su dieta a base de maíz, calabaza, frijol y chile era complementada con caza, recolección y pesca.
Otras importantes actividades económicas de los teotihuacanos eran la producción artesanal (objetos de alfarería y de manufacturas de obsidiana) y el comercio de larga distancia. En ambos casos, existió una importante especialización y, debido a la demanda, se hizo necesario modificar técnicas para producir masivamente (por ejemplo, a través de la utilización de moldes y modelado sin torno en el caso de la alfarería).
Dos expresiones artísticas sobresalientes en Teotihuacan fueron la escultura y la arquitectura. Ambas tenían un carácter público y monumental. La escultura era de estilo geométrico, y sus representaban generalmente animales y deidades, asociados con el agua y la fertilidad. La arquitectura también tenía sus rasgos peculiares, de los cuales, el más importante es el empleo de módulos talud-tablero, de amplia difusión en la época.
La escritura, la matemática, la astronomía y el calendario nunca fueron desarrolladas al nivel de sus contemporáneos mayas. Se supone que esto se debe a ciertas características internas del sistema político teotihuacano, esto es: que no necesitaba de una complejidad mayor en esas tecnologías y conocimientos.
Respecto a su organización social, los investigadores han propuesto que la ciudad estaba dividida en barrios por linajes o por corporaciones con ocupaciones específicas. Lo que sí es seguro es que su poderío no podía erigirse sobre la estructura del parentesco, y que se trataba de una ciudad multiétnica. Hasta el momento, no es posible establecer cuál fue el grupo mayoritario, se especula que pudieron ser pueblos de habla oto-mangueana, popoluca o nahua.

Oaxaca (250-800/900 d. C.)

Mixteca Alta (Fase Las Flores)

A diferencia de lo que ocurría en el Valle, la Mixteca no tuvo una capital hegemónica en el clásico. Sin embargo, ocurrió un aumento considerable de localidades en comparación con el preclásico. Se trataba de núcleos relativamente pequeños, de los cuales Yucuñudahui era el mayor. Yucuñudahui cuenta con una compleja planificación urbana, que sigue un patrón en L. En este asentamiento se levantaron edificios religiosos, palacios, plazas, juegos de pelota y tumbas al estilo de las zapotecas de Monte Albán.

Valles Centrales (Monte Albán)

Los más de mil sitios del Clásico que se hallan en los Valles Centrales de Oaxaca se encontraban evidentemente bajo el control de Monte Albán. La historia clásica de Monte Albán suele dividirse en dos periodos:
  • Monte Albán IIIA (250-600 d. C.): Fuertes vínculos con Teotihuacan, de naturaleza probablemente pacífica.
  • Monte Albán IIIB-IV (600-800/900): Máximo apogeo de la ciudad. Disminución de los contactos con el Centro de México. El declive de la ciudad es gradual, e inicia alrededor del año 750, por causas aún indeterminadas.
Esta ciudad se halla construida en un cerro sobre 400 m del nivel del valle. Llegó a tener en la época de su mayor apogeo una población de 15 mil-30 mil habitantes, que ocuparon más de dos mil terrazas en las laderas del cerro. La ciudad se hallaba subdividida en 15 grandes barrios, que correspondían bien a un número igual de linajes o bien, a grupos corporados de actividades económicas.
Monte Alban contaba con una Gran Plaza, rodeada por edificios civiles y religiosos. Su característica principal sigue el modelo talud/tablero de Teotihuacan, con una peculiaridad propia de la región: el tablero de ‘doble escapulario’. En la gran plaza podían caber hasta 15 mil personas. Alberga, además, un buen número de tumbas, de las cuales las más importantes son la 103, 104 y 105. Las ofrendas encontradas estaban compuestas por ornamentos de concha, piedra verde, y sobre todo, por las célebres urnas de cerámica grisácea (obras maestras del arte clásico zapoteca), que por lo general no contenían nada más que algunas cuentas, objetos de concha o se hallaron vacías.
El número de monumentos con inscripciones que han sido encontrados en el valle de Oaxaca es sólo superado por el área Maya. Estos monumentos nos revelan una escritura mixta, similar a la maya y a la olmeca, con un ordenamiento sintáctico. Las inscripciones tratan sobre temas históricos (nacimientos, conquistas, etc.)

Occidente

En Occidente no es posible establecer una división clara entre el preclásico y el clásico, debido a que el nivel de complejidad de las culturas del área no lo permite. Durante el periodo clásico, Occidente tuvo escasas relaciones con el resto de Mesoamérica, excepción hecha del área de Guerrero, escenario de la tradición Mezcala, de la que sabemos gracias a sus objetos de piedra tallada.
En toda la región maya se construyeron numerosos asentamientos humanos y grandes centros ceremoniales y políticos, además de los edificios claramente destinados al culto, y construcciones que servían para actividades administrativas, sistemas de drenaje y aprovisionamiento de agua potable. Numerosas casas habitación que muestran los distintos estratos sociales, mercados, plazas y otras edificaciones, que revelan una estructura de poder religioso y civil muy bien organizada.

Período Preclásico mesoamericano


Escultura olmeca conocida como La abuela. Fue encontrada en La Venta, Tabasco, y trasladada a la capital de ese estado, donde forma parte de la exposición del Parque La Venta.
El Periodo Preclásico abarca aproximadamente desde los años 2500 a.C., fecha probable de la elaboración de la primera cerámica mesoamericana; hasta el 200 d. C., en que se consuma la caída de Cuicuilco y tiene lugar el florecimiento de Teotihuacan. A lo largo de este periodo se da un proceso de evolución de las sociedades agrícolas igualitarias hacia unas más estratificadas que concluirán con la formación del Estado teotihuacano.

Preclásico Temprano

El gran hito cultural que marca la transición entre el periodo Cenolítico Superior y el inicio de la civilización mesoamericana es el desarrollo de la alfarería. Esto es así porque la cerámica es uno de los atributos de las sociedades plenamente sedentarias. En el caso de Mesoamérica, se estima que la producción de cerámica debió comenzar entre los siglos siglo XXVI o XXV a. C. Los restos más antiguos de su manufactura son los rescatados en Puerto Marqués, en la sureña área cultural de Guerrero. Los arqueólogos las han fechado en el año 2440 a. C.
La etapa temprana del Preclásico abarca los 1.300 años que van de 2500 a. C. al 1200 a. C. Para esta época, las sociedades mesoamericanas habían llegado a ser plenamente sedentarias, aunque como ocurriría a lo largo de la historia de la región, requerían complementar sus actividades económicas con pesca, caza, y recolección.
La ausencia de obras de gran envergadura, características de los grandes Estados de tipo despótico que vieron la luz en los siglos posteriores, indica que las sociedades del preclásico temprano debieron ser igualitarias. Esto no quiere decir que todos los individuos fuesen iguales. Las sociedades simples, como debieron ser las mesoamericanas en esta dilatada época, se encuentran organizadas sobre la base del parentesco, la división sexual del trabajo y la jerarquización con base en grupos de edad.
El Acróbata es una pieza arqueológica perteneciente a la cultura de Tlatilco. Este sitio es célebre por la gran cantidad de obras de alfarería encontradas en sus tumbas. En la pieza se observa una clara influencia olmeca.
A lo largo del Preclásico Temprano, se encontraba inmersa en un proceso de diversificación cultural. En las diversas regiones que componen el área surgieron diferentes tradiciones culturales.
De igual manera, la diversidad ecológica fue un factor dominante en la especialización de las actividades económicas. Sin embargo, ningún grupo podía producir todos los insumos para su subsistencia. Por ello se formaron redes de intercambio comercial, incipientes en este periodo, y relacionadas con las preexistentes en el Cenolítico Superior, que permitieron a las sociedades involucradas en ellas disponer de recursos provenientes de regiones distantes.
El comercio tomó, desde entonces, un papel central en la conformación de la civilización mesoamericana. El intercambio comercial fue el vehículo que facilitó el intercambio cultural entre los mesoamericanos. En el Preclásico Temprano, sin embargo, prevalecen los estilos regionales (por lo menos como se observan en los restos arqueológicos correspondientes a la época), aunque es posible hablar de un proceso civilizatorio incipiente (como lo llamaba Darcy Ribeiro), que había permitido que todas las culturas del área estuvieran basadas en la agricultura del maíz, y también había sentado los cimientos del sistema de creencias mesoamericanas, expresado en el culto a los elementos.
Durante este periodo, el tipo de asentamiento humano característico debió ser la aldea. Hacia el final de este horizonte algunas de ellas crecieron en población y llegarían a ser dominantes, como El Opeño en Occidente; Tlatilco, Coapexco y Chalcatzingo en el Centro; y San José Mogote en Oaxaca.

San José Mogote, Oaxaca

Una de las primeras manifestaciones de arquitectura monumental en Mesoamérica es el centro ceremonial de San José Mogote. Se trata de una aldea ubicada en el valle de Etla, uno de los Valles Centrales de Oaxaca. La aldea de Mogote (cuyo nombre original es desconocido) fue la más importante de las que se establecieron en la región, y tuvo su mayor apogeo hacia el final del Preclásico Temprano. Su declinación está claramente asociada con la construcción de Monte Albán, la capital clásica de los zapotecos, hacia el final del Preclásico Medio. Mogote era una aldea de agricultores, que controlaba la región central de Oaxaca (ocupada desde ese tiempo por los zapotecos) y mantenía relaciones con el área olmeca.

La Mixteca

La Mixteca es una región compartida por los actuales estados de Oaxaca, Puebla y Guerrero. Se trata de una zona que presenta evidencias de una ocupación antiquísima. Durante el periodo Preclásico Temprano, el sitio principal de la región fue Yucuita (del mixteco yuku=cerro, e ita=flor, de donde su nombre significa Cerro de las flores), una aldea de unos pocos cientos de habitantes, fundada hacia el año 1400 a. C. La aldea contaba con una plataforma central de piedra, en torno a la cual fueron construidas las chozas de sus habitantes. Más tardío fue Monte Negro, contemporáneo de la Fase Monte Albán I, y una de las mayores aldeas protourbanas en la región de la Mixteca Alta.

Preclásico Medio

Monumento 1 de La Venta. La cultura olmeca es considerada tradicionalmente como cultura madre. Sin embargo, en la actualidad los arqueólogos y antropólogos coinciden en que el proceso civilizatorio mesoamericano fue producto de un desarrollo combinado de diversas sociedades, que confluyeron en lo que se llama cultura olmeca.
La segunda parte del período que ahora nos ocupa es denominada Preclásico Medio, y comprende los siglos que van de 1200-400 a. C. Se trata de una época de intensos cambios tecnológicos, especialmente en los que respecta a la agricultura. En algunas regiones clave del territorio mesoamericano se construyen los primeros sistemas de irrigación o de control de aguas. En su libro sobre la agricultura mesoamericana, Palerm consideraba que la movilización de grandes cantidades de mano de obra para la realización de los proyectos hidráulicas es un indicio de una sociedad segmentada, con un Estado fuertemente centralizado.

Transformaciones económicas

En consonancia con Palerm, López Austin y López Luján dicen que precisamente la estratificación social es una de las características principales de las sociedades del Preclásico Medio. Aparecen, asociados a estos sistemas hidráulicos, complejos ceremoniales de arquitectura monumental permanente, es decir, diseñados para perdurar en el tiempo. Los sistemas de irrigación aparecen primero en el valle de Tehuacán, Puebla, hacia el año 700 a. C.; unos cien años más tarde, en la cuenca lacustre de México; y por el año 400 a. C., en los Valles Centrales de Oaxaca. De modo paralelo a la modernización tecnológica de la agricultura, las especies cultivables asociadas a éste período aumentaron en repertorio.
La eficiencia de la agricultura tuvo redundancia en otros campos de la tecnología y economía mesoamericanas. De esta suerte, el Preclásico Medio es un período de especialización en los procesos productivos. Este fenómeno puede observarse a nivel interno de las diferentes sociedades, sin embargo, más importante es la especialización regional. Los pueblos mesoamericanos, como desde hacía mucho tiempo, habían explotado los recursos de su nicho ecológico, y habían tendido redes incipientes de intercambio. Pero en el Preclásico Medio, los excedentes producidos por la agricultura permitieron a una parte de la población ocuparse en actividades diferentes del cultivo. De este modo, se producían excedentes tanto agrícolas como en las manufacturas o la explotación de los recursos naturales por medio de la minería, caza, pesca.

Transformaciones sociales

Todo lo anterior no dejó de tener ciertas repercusiones en la estructura social, es decir, en el sistema de relaciones sociales. Aparecieron nuevos grupos, como los artesanos, y los comerciantes cobraron una presencia más importante. Además, como se había señalado antes, la sociedad en su conjunto se estratificó, y la clase dirigente (compuesta por la nobleza y los sacerdotes) se definió más claramente como un grupo separado del pueblo llano. Esto es posible saberlo por los restos encontrados en los entierros, por la relativa riqueza de las ofrendas funerarias, las representaciones iconógráficas, y, sobre todo, por la aparición de artículos suntuarios de procedencia foránea.
De hecho, en esta época, es posible observar que las élites regionales mantenían relaciones entre sí. La base de ellas era el comercio, pero desde luego que éste estaba acompañado de cierta actividad militar. En el estado actual de conocimiento de las sociedades mesoamericanas, no resulta fácil dar una respuesta adecuada al papel de los militares en las sociedades del Preclásico Medio. Sin embargo, como lo indican numerosos monumentos en Monte Albán, en las Tierras Bajas mayas y el área nuclear olmeca, es seguro que por lo menos estas tres regiones testificaron el expansionismo zapoteca, maya y olmeca.
Por otro lado, el proceso de urbanización incipiente en que se vieron inmersos algunas aldeas de Mesoamérica al ocaso del Preclásico Temprano, toma en esta fase sus características más claras. Las aldeas se convierten en ciudades, que repiten claramente la segmentación de la vida social en los tipos de construcciones (los de la élite suelen ser más suntuosos y duraderos que las viviendas populares). Las ciudades mesoamericanas fueron construidas con base en un plan concienzudo, que convirtió a los centros ceremoniales de esta etapa en verdaderos observatorios astronómicos. Los ejes principales están relacionados con puntos notables de observación astronómica que permitían a los sacerdotes predecir llevar una contabilización del tiempo. Sobresalen, como modelos urbanos de la época, las ciudades de La Venta, en Tabasco, y San José Mogote en Oaxaca.

El calendario y la escritura

Lápida donde se aprecia claramente un ejemplo de la escritura zapoteca, la primera que vio la luz en el área mesoamericana
Relacionados con los procesos de complejización de la vida social y la tecnología, aparecen la escritura y el calendario en Mesoamérica. La primera, desde sus inicios, transmite información política, y vinculados a ella, se encuentran registros cronológicos. Los sistemas de escritura mesoamericana más antiguos corresponden a la cultura zapoteca. Las inscripciones más antiguas proceden del Monumento 3 San José Mogote, y de las lápidas del Edificio de los Danzantes en Monte Albán, así como en las Estelas 12 y 13 del mismo sitio. Indican sucesos fechados en el año 600 a. C. Algunas de estas inscripciones están registradas sobre la base del calendario ritual de 260 días; otras contienen cargadores y signos de años, y posiblemente también ya incluyan símbolos nominativos de las veintenas en que los mesoamericanos dividían el calendario solar de 365 días.
Se solía pensar que la escritura y el calendario mesoamericanos habían sido desarrollos culturales de los antiguos mayas. Sin embargo, hoy se sabe que éstos lo recibieron de los olmecas, quienes a su vez podrían haberlo tomado de los zapotecos. Incluso, la famosa Cuenta Larga del tiempo de los mayas y su numeración posicional con base veinte, apareció primero entre los olmecas de las selvas del golfo.

Los sitios del Preclásico Medio

Presencia olmeca en el Golfo, Centro y Guerrero

Artículo principal: Olmeca
Durante este periodo tiene lugar el desarrollo de la cultura olmeca, que resume todos los desarrollos culturales de los mesoamericanos de aquel tiempo. De esta cultura son los primeros indicios de escritura y del uso de calendario. Debieron tener una estructura social muy compleja que les permitió desarrollar su escultura y arquitectura monumentales. Los principales sitios de esta cultura son La Venta, Tres Zapotes y San Lorenzo, ubicados en la llanura costera del Golfo de México. Estos sitios corresponden a la llamada área nuclear olmeca.
Sin embargo, se han encontrado objetos relacionados con esta cultura en diversos sitios de Mesoamérica, sin que se hayan clarificado hasta el momento las razones de estos hallazgos en lugares tan lejanos como Tibias (Costa Rica) y Tantoc (San Luis Potosí). Los hallazgos de objetos olmecas fuera del área nuclear son particularmente numerosos en las regiones del Centro y Guerrero. En la primera, son emblemáticos sitios como Tlatilco (estado de México), Chalcatzingo (Morelos) y Las Bocas (Puebla). Éste último es conocido porque durante la década de los setenta aparecieron en el mercado de arte precolombino numerosas figurillas, que supuestamente provenían del lugar, mismas que, después se supo, realmente tenían un origen incierto. Sin embargo, excavaciones realizadas en la década de 1990 revelaron la verdadera importancia de "Las Bocas" como una de las pocas aldeas de que se conserven restos en la actualidad.
Más problemática es la relación entre los olmecas y la región de Guerrero. Aquí se han encontrado por lo menos dos asentamientos que muestran indicios de ocupación humana —como Teopantecuanitlán y Oxtotitlán—, y otros varios donde aparecen muestras de la presencia Olmeca, que podrían remitir a que, sitios como las Grutas de Juxtlahuaca hayan tenido una importancia ceremonial para los portadores de la cultura olmeca. Por otra parte, se presume que las relaciones de estos grupos con las áreas oaxaqueñas y maya contribuyó con el desarrollo cultural en esas regiones de las culturas zapoteca y maya.

La Gran Tradición del Istmo o Complejo Mixe-zoque

Los hallazgos arqueológicos en la zona del istmo de Tehuantepec han permitido determinar que en aquélla región tuvo lugar un desarrollo temprano de la cerámica. La principal característica de la cerámica de esta región (datada entre el lejano 1800 y 1350 a. C.), es que a diferencia de sus contemporáneas del valle de Tehuacan y la costa de Guerrero, la cerámica de Barra, Locona y Ocós alcanza grandes alturas artísticas. Esto ha hecho suponer que los portadores del complejo mixe-zoque debieron haber mantenido contactos con los pueblos de Ecuador. La Tradición del Istmo habría penetrado desde el territorio Guatemalateco a la costa del Golfo, donde, en la confluencia de las culturas zapoteca, mixe-zoque y protomaya, habría florecido. Durante el período Preclásico Medio, la Gran Tradición del Istmo se extendió por la costa del Pacífico desde Tehuantepec hasta El Salvador. La cerámica de La Blanca en Guatemala es con mucho la más fina del Preclásico temprano y antecede por unos 600 años a la Olmeca más temprana, a la cual Michael Coe, curador emérito del Museo Peabody de Harvard, llama una versión de campo de la mucho más sofisticada Cerámica de La Blanca, por otra parte las esculturas monumentales de la Cultura Monte Alto en el Pacífico de Guatemala, también anteceden por mucho a la Olmeca. [1]

Capacha

Aproximadamente al inicio del Preclásico Medio, tuvo lugar en el Occidente de México la aparición de una tradición cerámica a la que Isabel Kelly dio el nombre de cultura Capacha. Se han encontrado restos de ella en Colima, Jalisco y Sinaloa. Los objetos más característicos de esta tradición son los tecomates decorados con incisión, y las vasijas con cintura, en ocasiones tan estrecha, que parecen dos vasijas, una colocada sobre la otra. Cuando la cultura Capacha tuvo su auge, el Occidente no formaba una unidad cultural bien definida, como sí ocurría con los pueblos de otras áreas, que se hallaban plenamente integrados entre sí y al sistema mesoamericano.

Preclásico Tardío o Protoclásico

La declinación de la cultura Olmeca dio origen al periodo Preclásico Tardío (400 a. C.-150 d. C.). Se trata de una época de diversificación cultural y asimilación de los elementos olmecas en los sistemas culturales de cada pueblo. Con esa base dieron comienzo varias de las tradiciones más importantes de Mesoamérica. Sin embargo, Cuicuilco, en el sur del valle de México, y la Chupícuaro, en Michoacán, serían las más importantes. La primera llegó a convertirse en la mayor ciudad de Mesoamérica y principal centro ceremonial del Valle de México; y mantenía relaciones con Chupícuaro. La declinación de Cuicuilco es paralela a la emergencia de Teotihuacan, y se consuma con la erupción del volcán Xitle (circa 150 d. C.), que motivó la migración de sus pobladores al norte del valle de México. La cultura Chupícuaro es conocida sobre todo por su producción alfarera, cuyas huellas se han detectado por una amplia zona ubicada entre el Bajío y la cuenca lacustre.
Hacia el final del Preclásico había comenzado la planificación de las ciudades que llegarían a ser embemáticas de Mesoamérica, como Monte Albán y Teotihuacan.


GRUPOS CULTURALES Y SUS CARACTERÍSTICAS


POSCLÁSICO MESOAMERICANO.
Las fechas que abarcan este periodo van de 900/1000 a 1521. La principal característica del Posclásico fue el militarismo. En este periodo hubo gran movilidad de población del Norte, inestabilidad política, difusión de elementos culturales y procesos de expansión de poder. El Centro de México es el escenario principal de este periodo.
El Posclásico está marcado por las migraciones de grupos provenientes del Norte, agricultores o cazadores-recolectores, llamados genéricamente chichimecas. Estos nómadas y sedentarios llegaron al Centro de México, donde asimilaron formas de vida más complejas a las de ellos y se incorporaron a la vida política. En algunos casos llegaron a tomar el poder, gracias a su capacidad militar.
La reestructuración política del Posclásico implicó que los centros de poder no sólo tenían un dominio económico regional a través del control comercial sino también buscaban un sometimiento que consiguiera poner bajo su mando a pueblos en condición de tributarios. Esto provocó un clima generalizado de rivalidades, resistencias y agresiones. El militarismo implicó que hubiera guerreros profesionales, que la casta militar tuviera gran poder social y político y que aumentaran considerablemente los sacrificios humanos para dar un sentido sagrado a las campañas de conquista y expansionismo.
La necesidad de protección propició que los centros de poder se construyeran en sitios protegidos, como islas (México-Tenochtitlan y México-Tlatelolco), en acantilados (Tulum) y en barrancos, laderas empinadas y dentro de murallas. En el centro de México, las expresiones artísticas y culturales también se vieron afectadas por el clima bélico, volviéndose más severas y marciales. Proliferaron las imágenes de sacrificios humanos y en muchos templos se añadieron esculturas de militares armados. Los símbolos de la ideología militarista fueron difundidos primero por los toltecas y sus seguidores, y después por los mexicas.
Este es el periodo del pasado mesoamericano que más se conoce debido a la cantidad de fuentes documentales -en náhuatl, español y latín- que describen la vida durante esta etapa. Especialmente se tiene noticia de las creencias, costumbres, tradiciones, literatura, etc. de los mexicas y sus vecinos, como texcocanos y tlaxcaltecas.



El Posclásico del centro de México se divide en tres etapas:

1) la tolteca, que va de la ocupación de Tula Grande hasta su decadencia (900-1150)

2) la chichimeca, que se inicia a fines del siglo XII con la llegada de gente del Norte

3) la mexica, desde la formación de la Triple Alianza, en la primera mitad del siglo XV, hasta 1521, cuando los españoles derrotaron Tenochtitlán.
Características de otras zonas en el Posclásico:

Oaxaca - conflictos bélicos en el Valle de Oaxaca. Fragmentación y lucha de los señoríos mixtecos. Los mixtecos dominaron el trabajo del oro.

Occidente - importancia de la metalurgia, hubo prosperidad económica. A partir del siglo XV se forma y consolida el poder tarasco.

Área del Golfo - recibió sociedades que provenían del Centro de México. Se abandonó El Tajín en el siglo XIII, dejando un vacío de poder. Surgieron nuevos centros de prosperidad, como Zempoala.

Sureste - militarismo que aglutinó a distintos pueblos de cada región. Chichén Itzá concentró el poder hasta mediados del siglo XIII, cuando fue derrotado por Mayapán. Vino después un periodo de fragmentación política. En las tierras altas hubo un ascenso político y militar de quichés, Carchiqueles y rabinales.























CLASICO MESOAMERICANO

Periodo Clásico


El periodo Clásico constituye la etapa de mayor esplendor de la civilización maya. Viene definido en sus comienzos por la utilización de un sistema de escritura denominado Cuenta Larga (véase Cultura maya: escritura y ciencia), y finaliza cuando dicho sistema deja de usarse; en total, aproximadamente, desde el año 300 hasta el 900.
En conjunto, el periodo Clásico puede considerarse dividido en tres fases: Clásico temprano (años 200/300-600), Clásico tardío (600-800) y Clásico terminal (800-900/1000).

Clásico temprano

Las tierras bajas de El Petén constituyen, por así decirlo, el hogar de la civilización maya, la región en la que "lo maya" se presenta de manera más característica. Se desconocen numerosos datos acerca de este periodo, ya que el periodo Clásico tardío, mucho más expansionista, acabó eclipsando los hallazgos de los periodos más tempranos. Pero se sabe que el calendario, que es probablemente de importación olmeca (véase Cultura olmeca), alcanzó ahí su máximo desarrollo, mientras la cerámica polícroma conocida como Tzakol, que probablemente se importó de los altos de Guatemala, se desarrolló también en esta región hasta constituir una de sus características más notables; la doble bóveda y el arco corbelado, por último, parecen también originales de esta zona. El proceso cultural maya se inicia en el Protoclásico y culmina entre el 300 y el 450; en arquitectura y en lo relativo al sistema jeroglífico, la culminación se produjo hacia el año 350, mientras que en escultura se dio en torno al 450.
De particular importancia en este periodo es el culto a la estela; la primera conocida apareció en Tikal y lleva una inscripción en Cuenta Larga que representa la fecha 292 d.C. Luego se extendió esta práctica a Uaxactún y, a partir del siglo IV, a otros centros de la periferia. Las estelas son documentos de extremo valor arqueológico y antropológico, ya que reflejan fielmente el orden social, lo sancionan y constituyen memoriales fieles de los líderes políticos más poderosos. Además, otras veces llevan representados ancestros y divinidades que dan cuenta de lo trascendente de su función. El uso del glifo emblema, una especie de símbolo formal de una unidad política determinada, también es originario de esta región.
La estructura social en la época y región que nos ocupan constaba de una reducida aristocracia y de un amplio grupo de campesinos dedicados a trabajos de subsistencia, junto con sectores intermedios de artesanos, comerciantes, etc. Para la zona de Tikal, los gobernantes más citados son Garra de Jaguar, Nariz Rizada y Cielo Tormentoso, que aparecen representados en multitud de restos arqueológicos de este periodo (véase Yacimiento Arqueológico de Tikal).
En la zona de Belice se detecta una gran continuidad cultural entre el periodo Formativo y el Clásico temprano. La evolución fue aquí más lenta que en la zona del Petén, ya que hasta mediados del siglo V no se incorporó el culto a la estela. Sí se puede detectar, en cambio, un incremento de la población y un aumento de tamaño de los centros monumentales, con enterramientos muy elaborados que muestran la expansión del poder político y económico de la aristocracia. Estas características pueden aplicarse también al área del río Motagua.
La zona del Usumacinta, a pesar del desarrollo constructivo bastante temprano que demuestra, por ejemplo, Altar de Sacrificios, no se suma a la tradición civilizante del Petén hasta el siglo V. Durante el siguiente, el siglo VI, Yaxchilán y Piedras Negras desplazan a Altar de Sacrificios como centro principal de influencia.
En Palenque, se sabe que gobernaron durante este periodo Cauac Uinal I (el primer gobernante que se ha podido identificar), Hok I, Cauac Uinal II y Bahlum, que fue sucedido por una mujer, Kan Ik (583-604).
En el norte del Petén el centro más importante de este periodo fue Becán, rodeada parcialmente por una muralla que sugiere la existencia de enfrentamientos armados con otros enclaves, tal vez incluso con Tikal. También en esta zona se detecta la influencia de Teotihuacan, por ejemplo en el tratamiento de la cerámica y la obsidiana y en algunos rasgos arquitectónicos.
El norte de la península de Yucatán se vio sometido a desarrollos desiguales durante el periodo Clásico temprano. Algunos centros, como Oxkintok, aparecen adscritos al culto a la estela desde al menos el año 475. También aquí se deja notar la influencia teotihuacana, no sólo en la cerámica y objetos portátiles, sino también en la decoración arquitectónica. Esto significa que el afán expansionista del centro de México aspiraba también a ejercer algún control sobre las tierras del norte de la península, ricas en recursos salinos.
En el altiplano de Guatemala se pueden señalar para el Clásico temprano dos fases culturales: Aurora y Esperanza, localizadas en el valle de Guatemala, que corresponden a otras en lugares diferentes del altiplano. La transición entre el Preclásico y el Clásico en esta región representa el abandono de asentamientos debido al influjo de nuevas poblaciones. La explicación de este fenómeno la constituye, de nuevo, la invasión teotihuacana (véase el apartado referente al período Clásico en el artículo América Prehispánica). Esta invasión procedería seguramente de Teotihuacan mismo o de un centro muy relacionado, como podría ser El Tajín, y se produciría hacia el año 400 d.C. Los invasores establecieron un intenso comercio con las tierras bajas, lo que representó una importante influencia teotihuacana en Tikal y Uaxactún, a la vez que un notable influjo de las tierras bajas en Kaminaljuyú. Lo teotihuacano se advierte en multitud de aspectos estilísticos, como en la incorporación del sistema de tablero y talud a la arquitectura maya del altiplano, nuevos diseños y glifos como el ojo de reptil, la mariposa, el agua, la concha, etc., la incorporación de nuevos dioses como Tláloc, Xipe Totec, Echecatl, Xolotl, Huehueteotl, etc.; juegos de pelota, ceremoniales religiosos y mercados y peregrinaciones para estimular el comercio.
Acerca del Clásico temprano en la Costa del Pacífico se sabe muy poco. En la Victoria no hay materiales de esta fase. En Tiquisate, sin embargo, se pueden señalar vasos cilíndricos sobre pedestal o sobre tres pies, o vasijas con puente y vertedera y metates de dos pies.
En la región de Chiapas, el periodo Clásico temprano se divide en dos fases: a) 200-350; y b) 350-550. En la primera de esas fases o Chiapa VIII, la más intensa relación de la zona se establece por igual con Monte Albán y con Zaculeu. Hay, sin embargo, pocas evidencias de las relaciones con las tierras bajas y muy pocos indicios del paso de los teotihuacanos por El Mirador. Durante el Clásico tardío o Chiapa X (550-950), los asentamientos se localizan en las faldas de las montañas; destacan en dicho periodo las relaciones culturales con Nebaj y el altiplano de Guatemala y la presencia de influencias teotihuacanas.

Entre los años 550-600 se produjo una primera crisis cuya causa es todavía incierta. Se ha denominado a esta breve crisis "hiato" del periodo Clásico, y se plasmó en una brusca interrupción en la construcción de monumentos y de estelas fechadas y en la decadencia del arte escultórico. El final de esta breve crisis sirve a los historiadores para marcar el comienzo de un nuevo periodo: el Clásico tardío.

Clásico tardío

A partir del año 600, entonces, se produjo un nuevo auge y desarrollo de toda la región que se plasmó de inmediato en un aumento notable de la construcción de estelas y en una ordenación jerárquica de los distintos asentamientos según la cual ciertos núcleos cívicos pasan a dominar extensos territorios y a subordinar a otros núcleos más pequeños o más débiles. Así, Tikal se hizo con el control de parte del Petén; Yaxchilán dominaba gran parte de la zona del Usumacinta; Palenque, el suroeste del área maya; Calakmul, el norte del Petén; y, por último, Copán, el sureste de las tierras bajas. Además, en el norte de las tierras bajas surgen otra serie de núcleos que rivalizan con los anteriores, a la vez que otras capitales del sur obtienen cada vez mayor grado de independencia. La tendencia más generalizada, sin embargo, es hacia la homogeneidad cultural, que se plasma entre otras cosas en la adopción del calendario lunar en la mayor parte de las tierras bajas entre los años 687 y 756. De esta forma, el modo de vida, los patrones de asentamiento, la estructura social, el universo simbólico, la adopción de determinadas características o signos propios de los aristócratas, etc., se parecen cada vez más en las distintas regiones, a pesar de que también se produce simultáneamente una suerte de profundización en las diferencias regionales.
Otro rasgo importante de este periodo es la definitiva consolidación de las redes comerciales de larga distancia (véase el apartado "Comercio y relaciones exteriores" en la entrada Cultura maya: economía y sociedad), comercio que queda en manos de mercaderes y administradores, y que contribuye a proporcionar información y cooperación entre distintas áreas y poblaciones alejadas entre sí. Detallando en concreto las características de cada región, la cuestión quedaría como sigue:
En Tikal, en el año 682, se establece una fuerte dinastía cuyo primer gobernante fue bautizado por los estudiosos como Gobernante A, de nombre Ah Cacau o Kal Cacabil. A él se debe la construcción de diversos monumentos: el Complejo de Pirámides Gemelas 3D-1, la estela 30, el altar 14 y, veinte años más tarde, el Complejo de Pirámides Gemelas 5C-1, la estela 16 y el altar 5, lo que indica con toda probabilidad que la construcción de tales conjuntos monumentales obedecía a la celebración de cada katún (periodo de 20 años de 360 días cada uno). Todo apunta a que Kal Cacabil consiguió unir a las dos principales dinastías que habían gobernado en Tikal: la procedente de la antigua tradición maya y la más proclive a Teotihuacan. Falleció entre los años 721 y 731, y fue sucedido por su hijo Yax Kin (el gobernante B). Este último mandó construir el Complejo de Pirámides Gemelas 3D-2, e hizo de Tikal la ciudad más poderosa de todas las del área maya. La ciudad alcanzó su máximo esplendor con la construcción de los Templos IV y VI, y su esfera de influencia se amplió todavía más mediante una política de alianzas matrimoniales y militares con otros centros, así como a través del control directo ejercido sobre algunos otros centros como Uaxactún, Nakum, Yaxhá, Xunantunich y Holmul. El rey B murió en el año 768 y fue enterrado en el Templo IV. Fue sucedido por el rey D en ese mismo año. Éste mandó construir los Complejos de Pirámides Gemelas 4E-4 y 4E-3, que conmemoraban los años 770 y 790, respectivamente. Es probable que el rey D finalizara su reinado en el 809, fecha en la que se terminó el templo III, en el que fue enterrado. El último gobernante conocido de la ciudad fue Chitam, o el rey C; su reinado está mal documentado, así como el final de mismo, que debió de coincidir con la definitiva decadencia de la ciudad hacia el año 889.
La región de Palenque fue de las últimas que se sumó a la etapa de civilización del periodo Clásico. La dinastía de esta ciudad se inició con el rey Kan Ik; éste tuvo tres hijos, de los cuales sólo reinaron dos: Ahau Kan (604-612) y Zac Kuk, una mujer, que reinó entre el 612 y el 640. Pacal el Grande, hijo mayor de esta última, gobernó hasta 683. Fue tal vez el rey más importante de Palenque y el que llevó a la ciudad a la época de su mayor esplendor. Le sucedió Chan Bahlum, que gobernó entre los años 683 y 702; mandó construir el complejo de los Templos del Sol, de la Cruz y de la Cruz Foliada, y amplió también el gran conjunto del palacio. A su muerte le sucedió su hermano Kan Xul, que gobernó hasta 719; y a éste su hijo Chaac, que reinó tan sólo entre el 721 y el 722. En este último año subió al poder Chac Zutz, que reinó hasta 731; y luego alcanzó el poder el rey Kuk, que reinó entre los años 764 y 783, coincidiendo con el periodo de decadencia de la ciudad. El último dirigente, según consta en una vasija de cerámica, era probablemente de origen mexicano, lo que indicaría que Palenque había caído bajo la influencia de alguna dinastía procedente de México. Accedió al poder en el 799 y se hacía llamar 6 Cimi.
En la región del río Usumacinta, la ciudad más importante fue Yaxchilán. En un principio, este centro se hallaba bajo la influencia de Tikal, pero en el año 514 la presencia de un glifo emblema propio de la ciudad indica que ésta había conseguido ya su independencia. El expansionismo de Yaxchilán se inicia hacia el año 630, bajo la guía de un gobernante llamado Pájaro Jaguar. Fue sucedido por Escudo Jaguar en el 682. Este rey consiguió ampliar considerablemente su territorio mediante conquistas militares y un sistema de alianzas. En la Estructura 44 se narran sus victorias. Falleció en el 742. Fue sucedido por Pájaro Jaguar III, quien reinó entre los años 742 y 768 y continuó las hazañas militares de su padre; es posible que se casara con una mujer perteneciente a la elite de Tikal. Su muerte supuso el inicio de la decadencia de la ciudad. Otros dos centros importantes de la cuenca del Usumacinta fueron Piedras Negras y Aguateca, que también protagonizaron una expansión militarista similar a la de Yaxchilán.
Por último, en el área del Motagua, el núcleo más destacado fue Copán, cuyo glifo emblema, símbolo de su independencia, fue grabado en el año 564. Su primer rey conocido fue XVIII Jog (18 Conejo), que reinó entre los años 702 y 742. Durante su mandato, la ciudad perdió el control sobre Quiriguá, que se independizó de la mano de Cauac Cielo en el 731. Sin embargo, era todavía una ciudad importante, como demuestra la Estela A, en la que se menciona una división en cuatro partes del sur del área maya con cuatro capitales, una por cada parte, y que eran Tikal, Calakmul, Palenque y Copán. El siguiente gobernante fue Yax Guacamayo (también llamado Amanecer o Nuevo Sol en el Horizonte); subió al trono en el 763 y murió en el 775. En el año 782 comenzó el reinado de Yax Murciélago, cuyo final coincide también con la decadencia de la ciudad (805 es la última fecha conocida).
En la zona de la Costa del Pacífico, durante el Clásico tardío, se reocuparon muchos lugares abandonados en el Preclásico. Se dieron nuevos asentamientos en la zona Ocós -Ayutla- Malacatán y en la llanura de la cuenca del río Samalá. Son características las piedras-hongo, los yugos y hachas y la cerámica Plumbate, y en el terreno artístico destaca la escultura monumental de Santa Lucía Cotzumalhuapa. En el valle de Guatemala, se señalan las fases Amatle y Pamplona durante el Clásico tardío. En este periodo se advierte, al principio -hacia 650-700-, el final de la influencia teotihuacana y el resurgimiento de las formas mayas anteriores; probablemente se trató de una lenta mayización de los elementos teotihuacanos. Muy pronto, sin embargo, entre los años 700 y 900 se produjo una nueva invasión centro-mexicana, a la que cabría calificar como Pipil-Nicarao o de teotihuacanos tajinizados junto con pipiles. Se trataba de un grupo guerrero muy agresivo que provocó la huida de los asentamientos hacia las colinas, donde buscaron protección. Esta nueva invasión, en realidad, vino a terminar con el clasicismo y favoreció así la crisis final de este periodo, pero antes se analizará con más detalle cómo discurrieron los últimos años del Clásico, aquellos que integran el periodo conocido como Clásico terminal.

Clásico terminal

El sistema calendárico de la Cuenta Larga dejó de utilizarse a partir del año 790 aproximadamente, precisamente en la época en que mayor número de monumentos se habían grabado con dicho sistema. La mayor parte de las fechas de ese periodo aparecen en los centros más pequeños y marginales, lo que indica que los núcleos de primera categoría estaban perdiendo, o habían perdido ya, su prestigio social y político y habían sufrido un drástico cambio. El foco de la cultura maya se desplaza desde la zona del Petén hacia regiones hasta entonces periféricas como el suroeste de Chiapas o el norte del Yucatán y, además, se acentúan considerablemente las diferencias regionales.
El núcleo que alcanza un desarrollo más complejo durante este periodo es Ceibal, que entre los años 830 y 930 concentra una población cercana a los 10.000 habitantes. La estela 10, del año 889, recoge buena parte de esta importancia y menciona cuatro centros principales en que queda dividido el sur del área maya: Tikal, Calakmul, Ceibal y Motul de San José (estos dos últimos en sustitución de Copán y Palenque). Todos ellos se sitúan en una zona central del territorio, lo que sugiere una reducción notable del área maya.
En el norte de la península del Yucatán todavía existían algunos centros prósperos como Dzibilchaltún, debido sobre todo a la explotación de los recursos salinos en los que abundaba la región. La ciudad de Edzná es la que manifiesta una secuencia de fechas de Cuenta Larga más dilatada (633-810). En la base de la península, por su parte, surgieron distintas variantes regionales (estilo Río Bec, Becán, Xpuhil, etc.) que combinaban la influencia yucateca con la del Petén, y que conocieron su máximo esplendor durante este periodo.

La decadencia de la civilización maya clásica

A finales del siglo IX, cuando los núcleos mayas del sur de las tierras bajas vivían un momento de esplendor cultural sin precedentes, cuando las principales ciudades se encontraban en el punto álgido de su desarrollo, cuando la tecnología y las artes habían llegado a sus niveles más complejos, se produjo una interrupción en dicho desarrollo y un posterior retroceso cuyas causas son, hoy por hoy, todavía desconocidas. Tal proceso no fue uniforme; destacó más en el área central y en el sur que en el norte del Yucatán, donde empezó en tiempo posterior. Otras zonas, como algunas partes de Belice, no llegaron a sufrir esta decadencia.
Los rasgos principales que definieron este fenómeno fueron los siguientes: cesó repentinamente (a partir del año 909) la actividad constructora de grandes edificios complejos, así como la inscripción de textos jeroglíficos en los monumentos. A lo largo de los cuarenta años siguientes, este fenómeno se extendió al resto del territorio maya. La población empezó a descender y a abandonar los principales núcleos urbanos de forma drástica, lo que se vio acompañado de la intrusión de otros grupos extranjeros que empezaron a penetrar por el oeste. Se interrumpieron las rutas comerciales a larga distancia, se modificó la estrategia comercial y los principales enclaves comerciales cambiaron sus emplazamientos. Se dejó de utilizar el sistema de Cuenta Larga y se fue sustituyendo progresivamente por el de Cuenta Corta. En definitiva, se produjo un proceso relativamente rápido de deterioro del saber intelectual, artístico y artesano, paralelo al que afectó a las relaciones socioeconómicas, políticas y religiosas.
A medida que los estudiosos han ido profundizando en el conocimiento de la cultura maya, se han formulado distintas hipótesis acerca de las causas de este deterioro que, por la rapidez y dramatismo con que se produjo, llamó enormemente desde un principio la atención de los investigadores. Uno de los primeros científicos que exploró el área maya, John Lloyd Stephens, fue el pionero en plantear la cuestión y formular la hipótesis de las catástrofes naturales como explicación a la misma. Tanto el exceso de lluvia, como la ocurrencia de una prolongada sequía, podrían haber originado el deterioro extremo de esta civilización, así como los movimientos sísmicos o el vulcanismo. Estas teorías llegaron a tener tanta importancia, que motivaron el desplazamiento a la región de expertos geógrafos y geólogos encargados de investigar su plausibilidad. La primera decepción llegó cuando los responsables de la investigación concluyeron que el clima no se había alterado en el área desde al menos dos mil años atrás, y que otras grandes catástrofes como erupciones volcánicas, huracanes, etc., podían haber actuado sobre el área maya, pero de forma limitada y sin tener excesiva repercusión. Otras hipótesis esbozadas en esta primera fase de las investigaciones (epidemias, plagas...) se desecharon igualmente con rapidez, ya que la posibilidad de que actuaran simultáneamente en un área tan extensa era remota.
Mayor apoyo recibió otro grupo de teorías que se basaban en el deterioro del medio ambiente; afirmaban que el exceso de explotación de un suelo de limitado potencial agrícola, utilizado además mediante sistemas de tala y quema por una población cada vez más numerosa, provocó un crecimiento de la sabana y un empobrecimiento del terreno que repercutió sustancialmente en la producción. Esta hipótesis, defendida por S. G. Morley, tuvo una amplia aceptación hasta la década de los años sesenta, pero el descubrimiento del empleo de diversas técnicas de cultivo intensivo por parte de los mayas y de la existencia de mecanismos correctores del aumento de población la hizo cada vez más difícil de mantener.
Un discípulo de Morley, J. Eric Thompson, fue el autor de otra hipótesis también de gran aceptación: afirmaba que el detonante de la decadencia de los principales núcleos cívicos mayas fue el deterioro que sufrió la autoridad y el prestigio de la elite respecto del segmento campesino, que habría protagonizado lo que se ha venido llamando "revuelta campesina". Existen datos fidedignos que prueban la ocurrencia de saqueos dispersos por toda el área; algunos monumentos que representaban a los gobernantes fueron mutilados (aunque muchos de ellos por motivos más rituales que de descontento social), hay también señales de fuego en algunos edificios... Pero, de nuevo, ninguno de estos fenómenos afectó al conjunto de las tierras bajas, y fueron más bien hallazgos ocasionales.
También se ha defendido que la llegada de extranjeros a la cuenca del Usumacinta y del Pasión motivó el desplazamiento de las elites locales que controlaban las redes comerciales y desestabilizó a las dinastías que controlaban el área maya. El nuevo auge comercial de los grupos putún, quienes abandonaron las antiguas rutas comerciales terrestres y desarrollaron nuevas rutas marítimas bordeando la península del Yucatán, hizo que los centros clásicos quedaran aislados y desabastecidos.
Una hipótesis reciente sugiere que el concepto del tiempo que tuvieron los mayas contribuyó en gran medida a la desaparición de su cultura. En efecto, la obsesión de este grupo por un tiempo cíclico (véase el apartado "Aritmética y astronomía" en la voz Cultura maya: escritura y ciencia) dio lugar a predicciones desfavorables que provocaron el desánimo de la sociedad, lo que unido a la confluencia de otros problemas de orden económico, social y político, acabó minando la consistencia de los principales núcleos urbanos y, a la larga, de la sociedad maya en general. Parece ser un hecho constatado que el final de ciertos ciclos calendáricos muy importantes, como el de los 13 katunes, estuvo marcado por la ocurrencia de sucesos desgraciados: por ejemplo, la conquista de Tayasal en 1697 coincidió con el final de uno de estos ciclos de 13 katunes; los primeros síntomas de decadencia del Clásico coinciden con el inicio de un nuevo katún (en 760); el fin del ciclo anterior había coincidido con el "hiato" del Clásico medio (hacia 534, vid. supra)... Los sacerdotes mayas, conocedores expertos de la historia de su pueblo y convencidos de que el tiempo transcurría cíclicamente, no podían sino predecir la repetición de esas grandes catástrofes, lo que sin duda desmoronó a la población y, más tarde, a la estructura social en general. La hipótesis en sí es difícil de comprobar, pero su formulación ha abierto nuevos caminos para investigar y llegar a alguna luz con respecto a este fenómeno.
Una última teoría interesante para explicar la desintegración de la civilización maya clásica es la de la guerra civil. Se sabe que hubo intentos de ampliación de los principales centros regionales y que éstos pudieron originar épocas de considerable carestía y otras dificultades responsables del deterioro. Sin embargo, tal y como afirma Andrés Ciudad, parece improbable que llegara a producirse una auténtica guerra civil y los estudiosos calculan que tan sólo tuvieron lugar en la zona maya guerras tribales que no afectaron al territorio de manera homogénea.
A pesar de todas estas propuestas, lo cierto es que al principio del siglo XXI no podía hablarse todavía de una explicación coherente y constatada, que permitiera entender por qué una cultura tan desarrollada intelectual, política y económicamente se precipitó hacia su colapso de manera tan vertiginosa.



Preclásico mesoamericano


Este primera etapa mesoamericana va del 2500 antes de nuestra Era al 200 d. de N. E. y sus características más importantes son: la generalización del sedentarismo agrícola y el surgimiento de sociedades jerarquizadas. La cultura olmeca es la más notable de este periodo.
El Preclásico abarca tres épocas:
2500 a 1200 a. de N. E. - sólo existieron comunidades tribales igualitarias. Las aldeas que se establecían junto a los campos de cultivo no superaban las 20 chozas y éstas eran muy parecidas entre sí porque respondían a la homogeneidad del grupo. La vida comunitaria giraba en torno a la actividad agrícola pero había un incipiente intercambio comercial entre las aldeas.
1200 a 400 a. de N. E. - en este periodo se produjeron adelantos técnicos importantes: represas, canales, terrazas y otros sistemas de control de agua. Hay una creciente especialización del trabajo y surge la diferenciación social. Las desigualdades entre los individuos se hacen evidentes en la riqueza o pobreza de sus tumbas y ofrendas funerarias, en las representaciones artísticas y en la importancia de objetos de lujo (figurillas de piedra verde, espejos de hematita, polvo de cinabrio, adornos de hueso, concha y piedras semipreciosas, etc.). Hay mayor intercambio económico
400 a. de N. E. a 200 d. de N .E. - ocaso del mundo olmeca. Algunos asentamientos aumentaron de tamaño y complejidad hasta el punto de convertirse en centros de poder regional. Hubo luchas de poder en el intento de controlar el comercio y la política. Los centros urbanos de poder se distinguen por un tipo arquitectónico de plazas, plataformas y templos monumentales, con rampas o escalinatas. En este periodo se construyeron pirámides enormes, como la del Sol en Teotihuacan. El comercio tuvo gran importancia en esta etapa. Se inventó un tipo de escritura jeroglífica. Hacia el final de este periodo se inventó la cuenta larga, el sistema de cómputo calendárico más complejo de Mesoamérica.


Su cultura madre o influenza de aspectos culturales: Olmeca. Ol Man (región del caucho).
*Pre-clásico:
OLMECA: Golfo de México su auge fue en 1,200 - 400 a. C.
ZAPOTECA: Monte Alban (Oaxaca) 400 a. C. - 700 d. C.
*Clásico (300 d. C. - 1,159 d. C.):
TOLTECA: Teotihuacan 300 - 900 d. C.
Tula 900 - 1,150 d. C.
Tenochtitlán 1,300 - 1519 d. C.
MAYA: Petén 200 d. C. - 987 d. C.
*Post-Clásico:
MATA: Yucatán 987 d. C. - 1,541 d. C.

Pueblos indígenas de México

Los pueblos indígenas de México están integrados por ciudadanos mexicanos que se asumen étnicamente como indígenas y son considerados como tales por otros indígenas. En el segundo artículo de su Constitución Política, México se define a sí mismo como una nación pluricultural, en reconocimiento a los diversos pueblos indígenas que habitan en su territorio. La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) considera que la población indígena mexicana es de unos doce millones de personas, que corresponden aproximadamente al 11% de la población en México que se registraron en el I Conteo de Población (1995).[1]
En contraste con otros países de América Latina, donde los pueblos indígenas corresponden en su mayoría a un solo grupo lingüístico, cuyo idioma ha sido elevado a la categoría de cooficial en compañía del español, en México existen alrededor de 62 pueblos indígenas que hablan entre sesenta y dos y más de una centena de lenguas diferentes (dependiendo de la fuente consultada).
Como parte de las leyes de derechos lingüísticos de los pueblos indígenas, que son leyes reglamentarias del artículo 2º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las lenguas de estos pueblos son reconocidas como lenguas nacionales, en la misma categoría que el español, pero en la práctica su uso oficial está extremadamente limitado: publicación de algunas leyes, educación bilingüe en los niveles más bajos, publicación de materiales de divulgación, ocasionalmente estaciones radiodifusoras transmitiendo, parcial o totalmente, en lengua indígena y algunos sitios de Internet.
En México, la población indígena está distribuida por toda la nación pero se concentra especialmente en la sierra Madre del Sur, la Península de Yucatán y en las zonas más remotas y de difícil acceso, tales como la Sierra Madre Oriental, la Sierra Madre Occidental y áreas vecinas a éstas, no es numerosa la población indígena en México debido al mestizaje, pero la presencia de los nativos mexicanos dentro de la identidad nacional está muy presente por el alto desarrollo de las culturas mesoamericanas; al igual que sucede en el Perú, Bolivia y Guatemala, la población mestiza y blanca de México se ve fuertemente influenciada e identificada por el indigenismo a diferencia de otras naciones americanas.
El estado con mayor población indígena es Oaxaca aunque mucho de élla ha emigrado y el que tiene mayor población indígena viviendo en su propio territorio es Yucatán. Grupos étnicos como los zapotecos, mayas, nahuas, purépechas, mixtecos, yaquis, kikapúes y otomíes han logrado mejorar sus condiciones de vida y se han adaptado fácilmente a la cultura del comercio y la globalización; a pesar los esfuerzos realizados por diferentes organismos gubernamentales y no-gubernamentales en pro del reconcimiento legal de la cultura y de la calidad de vidad de los pueblos originarios de México, existe aún en otros grupos indígenas con un alto grado de marginación, discriminación, desnutrición y pobreza extrema que los está llevando a la extinción de su cultura.

Lenguas de México


Lenguas de México1
Lengua
Hablantes
Náhuatl (Nahuatlahtolli)
1,659.029
Maya (Maaya t'aan)
892.723
Mixteco (Tu'un savi)
510.801
Zapoteco (Binizaa)
505.992
Tzotzil (Batz'i k'op)
356.349
Tzeltal (Batz'il K'op)
336.448
Otomí (Hñähñü)
327.319
Totonaco (Tachiwin)
271.847
Mazateco (Ha shuta enima)
246.198
Chol (Ch'ol, Laktyan)
189.599
Huasteco (Téenek)
173.233
Chinanteco (Tsa jujmí)
152.711
Mazahua (Jñatio)
151.897
Purépecha (P'urhépecha)
136.388
Mixe (Ayüük)
135.316
Tlapaneco (Me'phaa)
119.497
Tarahumara (Rarámuri)
87.721
Zoque (O'de püt)
60.093
Amuzgo (Tzañcue)
48.843
Chatino (Cha'cña)
47.762
Tojolabal (Tojolwinik otik)
44.531
Popoluca (Tuncápxe)
44.237
Chontal de Tabasco (Yokot t'an)
43.850
Huichol (Wixárika)
36.856
Mayo (Yoreme)
34.770
Tepehuano (O'dami)
30.339
Triqui (Xnanj nu´a, Stnanj ni´, Nanj ni´inj, Tnanj ni´inj)
24.491
Cora (Nayeeri)
19.512
18.926
Huave (Ikoods)
16.135
Cuicateco (Nduudu yu)
15.078
Yaqui (Yoeme)
15.053
Kanjobal (K'anjobal)
10.833
Tepehua (Hamasipini)
10.625
Pame (Xigüe)
9.768
Mame (Qyool)
8.739
Chontal de Oaxaca (Slijuala sihanuk)
5.534
2.143
2.067
1.987
Guarijío (Warihío)
1.905
Matlatzinca (Botuná)
1.500
Chocho (Runixa ngiigua)
1.078
Pima (O'odham)
836
Kekchí (K'ekchí)
835
Lacandón (Hach t'an)
731
Jacalteco (Abxubal)
584
Ocuilteco (Tlahuica)
522
Seri (Cmiique iitom)
518
406
Quiché (Q'iché)
286
Cakchiquel (K'akchikel)
230
Paipai (Akwa'ala)
221
Cucapá (Es péi)
206
Motocintleco (Qatok)
186
Kumiai (Ti'pai)
185
Pápago (Tohono o'odam)
153
Kikapú (Kikapooa)
144
108
Cochimí (Laymón, mti'pá)
96
Kiliwa (Ko'lew)
55
27
Otras lenguas 2
337
1 No incluye al español, hablado por más del 99% de la población
2 Incluye ópata, solteco y papabuco
Fuente: CDI (2000) [1]

Las lenguas habladas en México son numerosas, incluyendo las decenas de lenguas indígenas y las lenguas de otras procedencias. México es la nación hispanohablante más poblada del mundo, con sus 103,2 millones de habitantes,[1] de los cuales más del 99% habla el idioma español. Constitucionalmente, no existe ninguna declaratoria oficial que haga de esa lengua de filiación latina la lengua oficial del país, que de facto ocupa ese papel.
Desde 1992, la Constitución Mexicana define al país como nación "pluricultural", en reconocimiento de los pueblos indígenas. Oficialmente el gobierno reconoce a 65 lenguas indígenas, que de acuerdo con la Ley de los Derechos Lingüísticos del 2001, "lenguas nacionales" en igualdad de condiciones con respecto al español; esto es, con la "misma validez en sus territorios".[2] Así, por ejemplo, a partir del año 2005, el gobierno ha oficializado la traducción del himno nacional a las lenguas indígenas.
La clasificación de las lenguas indígenas habladas en México tiende a agrupar variantes de la misma familia, aun si estas llegan a ser ininteligibles entre sí (por ejemplo, el gobierno reconoce al náhuatl como una sola lengua, aun si las variaciones dialectales que hablan los nahuas de la Sierra de Puebla, y los nahuas de Morelos son significativas). Por ello, algunos lingüistas tienden a elevar esta cifra a más de 100, clasificando a estas variantes como lenguas separadas.
La población hablante de lenguas indígenas en México no es conocida con precisión. El censo del INEGI señala que se trata de alrededor de seis millones de personas, pero el dato corresponde sólo a los mayores de cinco años. La población étnica indígena fue calculada por la CDI en 12,7 millones de personas en 1995, lo que equivalía al 13,1% de la población nacional en ese año (1995).[3] A su vez, la CDI sostenía que en 1995, los hablantes de lenguas indígenas en el país sumaban alrededor de siete millones. La mayor parte de esa población se concentra en la región centro y sur del país.

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